A la hora prevista José Antonio, Antonio y un servidor estamos en el lugar de reunión. A pesar de que en un principio íbamos a ser 7 u 8, la mayoría ha tenido que desistir de hacer la ruta con lo que mirando al cielo nos hemos puesto en camino.
La mañana ha salido gris, hace bastante frío y el cielo amenaza lluvia, pero como el amigo meteosat ha dicho que no hemos de tener problema, comenzamos a dar pedales bajando el puerto “las carrefules” dirección Centro de Conservación de Carreteras.
Sobre la marcha decidimos que en vez de ir por Malpartida es mejor tirar directos hacia Arroyo por la pista de los toboganes, a pesar de saber que vamos a encontrar más de dos piscinas. Charlamos animadamente, y tras superar las cancillas y charcos de rigor nos plantamos en Arroyo de la Luz sin mayores contratiempos.
Antonio ha preparado un estupendo track que nos va guiando sin problema. Dejando a la izquierda la ermita de la Virgen de la Luz, tomamos el camino que va en dirección al embalse de Araya. Empieza a llover tímidamente, y al franquear una de las decenas de cancelas que hemos tenido que abrir nos colocamos los chubasqueros y seguimos.
La Ley de Murphy viene a decir algo así como que “si algo puede salir mal, saldrá mal”, y ya sabéis a que me refiero: nada más ponernos los chubasqueros ha dejado de llover y en el horizonte se ve la clara. Eso unido al leve error de posicionamiento GPS que nos hace atravesar una finca por donde podemos, hace que el chubasquero sobre, pero aun así aguantamos porque Brozas ya está cerca y hemos decido hacer la primera parada técnica allí. Además nos ha venido de lujo porque así hemos podido ver una manada de ciervas (y algún ciervo) con al menos 30 ejemplares.
A las 12,30 estamos tomando café a la salida del pueblo comentando la belleza de la dehesa que hemos venido atravesando. Un par de fotos y “palante” dirección Navas del Madroño.
A poco de la salida nos hemos vuelto a despistar pasándonos un camino y hemos tenido que dar la vuelta a unos 500 m. Aunque el camino que llevamos va también a las Navas merece la pena respetar el recorrido que lleva Antonio ya que nos sumerge en un paisaje memorable: la casa de la familia monster, las presas romanas, las callejas flanqueadas de encinas y los rebaños de esas estúpidas ovejas, que si se cruza una, se cruza todo el rebaño.
Las piernas ya empiezan a debilitarse cuando llevamos 70 km y alcanzamos las Navas, a eso de la 1,30. Paramos para hacer el bocadillo resguardados del señor Eolo que empieza a dar muestras de sus intenciones.
El track nos lleva hacia Garrovillas, 16 km más por un terreno de buenas pistas pero rompepiernas, con bajadas y subidas muy pronunciadas y seguidas. Alcanzado Garrovillas seguimos sin parar más que a comer una barrita ya que por delante nos queda lo peor.
Hemos pasado al lado de las ruinas de la ermita de no sé qué santa, que es ermita porque lo pone allí, ya que una pared y un montón de piedras no dan muchas pistas de lo que era aquello, y seguimos hacia lo que sin duda ha sido la parte más bonita de la jornada: una calzada empedrada de fuerte pendiente, muy técnica, hacia el valle del rio Araya, que hemos podido franquear gracias a que el nivel del embalse de Alcántara es muy bajo.
Atravesado el rio hay que subir lo bajado, que se hace por pistas embarradas de plato chico, y yo al menos en algunos tramos piñón grande. Justo antes de iniciar la subida hay un par de puentes, que tal vez sirvan para franquear el río en futuras ediciones en las que el embalse esté más alto.
Con otro empujón de riñones se alcanza por la buena pista de la cantera el punto más alto de la subida, y después de llanear un poco y hacer otra subidilla final se llega a la ermita de Altagracia. Parada técnica donde ha estado con nosotros el niño ese tan pesado que vive allí. Se quería quedar con mi bici porque tiene las letras “de oro”… anda niño vete a tomar por cu.. que estamos ya bien cansados para tus tonterías.
A las 5 menos 10 estamos en la otra ermita, la de la Virgen del Prado. Me he tomado un café calentito al lado de la estufa que me ha dado vidilla. Sólo nos quedan 20 km hasta Cáceres, pero el cansancio acumulado después de 110 km se nota. Llevamos con el viento en contra desde las Navas y los terrenos rompepiernas han hecho muy bien su trabajo.
Ya casi no hablamos, y además al alcanzar el tramo de carretera Casar-Arroyo hemos tenido que tirar de chubasquero porque la lluvia comienza a caer de manera mansa. Los km. van pasando cansinamente, y todavía se ve cuando llegamos al cruce de la autovía.
Sólo quedan 6 km, pero para mi han sido un verdadero infierno hasta que me ha hecho efecto el potito y la barrita que me he comido. Ha habido momentos en los que las piernas no me respondían, hasta el punto de casi caerme al calar para arrancar. Afortunadamente las luces de Cáceres están cada vez más cerca y eso hace que empecemos a charlar y a animarnos porque hemos conseguido superar la prueba.
Son las 6,30, ya se ha cerrado la noche y llueve, pero después de 130 km. estamos muy satisfechos, mientras la gente que hay en Gil Cordero nos mira como a unos imbéciles en bicicleta, con la que está cayendo.
He llegado a casa, he recibido el repaso esperado, me he duchado y he preparado una buena tortilla de atún haciendo caso a los consejos de José Antonio. Después de ver la película de la 3 y con dolor de piernas y brazos, pero con una sonrisa de oreja a oreja, me he marchado para la cama, y creo que me he dormido antes de cerrar los ojos.